jueves, 18 de noviembre de 2010


LA ORACIÓN
¿Qué es la oración?
Para mí, la oración es un impulso del corazón, por medio de una necesidad de comunicación con el Creador Celestial, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor, tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría.
Orar es Hablar con Dios, y para hablar con Dios es necesario que creas que Él es y que está para galardonar a los que les buscan. En otras palabras... Tienes que tener Fe en el Dios de amor. "Sin fe es imposible agradar a Dios..." (Hebreos 11:6)

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
(Romanos 8: 26)
Nosotros tenemos una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración; el hombre es una creación de amor de Dios, el tiene sed de que el hombre tenga sed de Él, Jesús ora, y enseña a orar y escucha y intercede por nosotros en las oraciones.
La clave y la “novedad” de la oración de Jesús es su carácter interventor de la oración da su ejemplo, la repara y la hace llegar de mejor forma a Dios, en el evangelio de Lucas es notorio como Jesús Ora” antes de los momentos decisivos de su misión:
Oro antes del bautismo:
Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, (Lucas 3: 21),

Transfiguración:
Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. (Lucas 9: 28)

Antes de la pasión:
Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.
Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. (Lucas 22:41 al 44)

Antes de elegir y llamar a los Doce:
En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. (Lucas 6:12)

Los discípulos piden al Maestro que les enseñe a orar luego de verlo a Él en constante oración:
Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. (Lucas 11:1)

“Contemplando y escuchando al Hijo, los hijos aprenden a orar al Padre”. Además Jesús enseña a orar, por medio de parábolas: la reconciliación con el hermano antes de presentar una ofrenda sobre el altar:
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tú hermano tiene algo contra ti,
Deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. (Mateo. 5:23 y 24)

El amor a los enemigos y la oración por los perseguidores:
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les aborrecen, y oren por los que les ultrajan y les persiguen; para que sean hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. (Mateo 5: 44 y 45)

Orar al Padre en lo secreto:
Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. (Mateo 6:6)

No usar muchas repeticiones:
Y al orar, no usen inútiles repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su palabrería. (Mateo 6:7)

Perdonar desde el fondo del corazón al orar:
Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial les perdonará también a ustedes;
Pero si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará sus ofensas.
(Mateo 6: 14-15)

Jesús nos enseña a tener una audacia filial: “Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán”

Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. (Marco 11: 24)

Todo es posible para el que cree”
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. (Marcos 9:23)

“Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzaran”
Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis. (Mateo: 21:22)

La oración de fe no consiste en decir “Señor, Señor”, sino en disponer el corazón para hacer la voluntad del Padre
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. (Mateo 7: 21)

Tres parábolas sobre la Oración en Lucas:
“El amigo fastidioso”
Les dijo también: Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes.
Porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante;
Y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos
Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.
Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?
¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lucas 11:5 al 13)

“La viuda fastidiosa”
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar.
Diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.
Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre.
Sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.
Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.
¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?
Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18: 1 al 8)

El fariseo y el publicano”
A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:
Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
(Lucas 18: 9 al 14)

Lo nuevo que Jesús enseña a sus discípulos es que la oración debe ser en “su Nombre”
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (Juan 14: 13)

Ya que Él es “el Camino, la Verdad y la Vida”
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14: 6)


La certeza de ser escuchados en nuestras peticiones se funda en la promesa de Jesús: “Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré” (Juan 14: 13 y 14).
Jesús ora, nos enseña a orar, y además escucha nuestras oraciones. Así ya lo había hecho durante su vida pública, cuando escuchas las palabras del Leproso
Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. (Marcos 1: 40 y 41)

Las formas de la Oración
* La Bendición: expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es un encuentro de Dios con el hombre. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición.
* La Adoración: es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. La adoración de Dios nos llena de humildad y da seguridad a nuestras suplicas.
* Oración de Petición: mediante la oración de petición expresamos la conciencia de nuestra relación y dependencia de Dios. La petición ya es un retorno hacia Él y por Fe mediante el Espíritu.
Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?
Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. (Romanos 8: 23 al 27)
* Oración de Perdón: Un Valioso Regalo
Una oración de perdón es algo que todos buscamos en algún punto de nuestra vida. El Perdón es un valioso regalo que no se obtiene ni se da fácilmente. El perdón es esencial para la vida; nos libera de los errores del pasado y nos da esperanza para el futuro. Somos perdonados por medio de Jesucristo que viniera a la tierra a morir por la humanidad.
Oración por Perdón: Hecho posible por Jesucristo
La oración de perdón es una oración que se la hace a Dios. Aunque de manera directa nos herimos unos a otros, todas nuestras transgresiones, en última instancia, hieren a Dios. Probablemente te preguntas cómo es eso posible. ¿Cómo pueden nuestros defectos herir al omnipotente Creador del universo? ¿Acaso le importa? En Génesis 6, podemos encontrar que Dios mismo se lamentaba por todo el mal que los hombres se habían infringido mutuamente. “Al ver el Señor que la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal, se arrepintió de haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón” (Génesis 6:5-6)

Sabiéndolo todo, a Dios le duele incluso el más mínimo pensamiento en el mal. Es por ello que el máximo perdón debe provenir de Dios. Sin embargo, debido a su justicia, el perdón no puede darse gratuitamente. Cada equivocación debe ser tomada en cuenta con el fin de que Dios sea un juez justo. Jesucristo murió en la cruz del Calvario en nuestro lugar, para que así nuestros pecados sean perdonados. Su sufrimiento pagó nuestras trasgresiones. “Esta es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados”
Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. (Mateo 26:28)

En su amor, Dios sabía que nuestra conciencia necesitaba ser liberada de la culpa y la condena. Él sabía que el perdón de los pecados era nuestra más grande necesidad. En un acto supremo de amor, Dios no solo sufrió el dolor de nuestros errores, sino que también pagó sus consecuencias, con el fin de que podamos obtener el perdón ofrecido a nosotros, cuando pecamos. Todo lo que tenemos que hacer es aceptar su regalo gratuito de perdón.
* La oración de intercesión es una oración hecha a favor de otro. Un intercesor es uno que toma el lugar de otro o aboga en favor del caso de otro. En la Biblia define la intercesión como “una oración santa, creyente y perseverante por la cual uno intercede en favor de otro u otros que desesperadamente necesitan la intervención y por medio de Jesús.
La Oración Intercesora – Nuestro Intercesor Modelo
Jesucristo es nuestro modelo para la oración intercesora. Jesús se presenta ante Dios y entre Él y el hombre pecador, tal como los sacerdotes del antiguo testamento lo hicieron: Porque hay sólo un Dios, y un mediador (intercesor) entre Dios y el hombre, Cristo Jesús (1Timoteo 2:5).
Es Cristo quién murió y además es resucitado también, quien está a la diestra de Dios, que también intercede por nosotros (Romanos 8:34).
Por lo tanto Él puede salvar perpetuamente a aquellos que vienen a Dios a través de Él, ya que Él siempre vive para hacer intercesión por ellos. (Hebreos 7:25)

Jesús trae al hombre pecador y a un Dios justo juntos al lugar de del sacrificio de sangre por el pecado. Ya no es necesaria la sangre de animales como en el Antiguo Testamento. Ahora podemos acercarnos a Dios a través de la sangre de Jesús derramada en la cruz del Calvario por la remisión de pecados. Por la sangre de Jesús, nos podemos acercar a Dios con confianza y sin timidez (Hebreos 4:14-16)

Jesús fue un intercesor mientras estuvo aquí en la Tierra. Oró por aquellos que estuvieron enfermos y poseídos por demonios. Oró por sus discípulos. También oró por ti y por mí cuando intercedió por todos los que creerían en Él. Jesús continuó Su ministerio de intercesión aún después de Su muerte y resurrección cuando regresó a los Cielos. Ahora sirve como nuestro Intercesor en el Cielo.

Conclusión:
Nuestra Fe es probada cuando hablamos con Dios, porque, estamos dirigiéndonos a alguien a quien nuestros ojos físicos no ven. Locura... para el incrédulo, pero, para el creyente, es una necesidad y un deleite. Tú no ves al viento con tus ojos, pero sabes que existe porque lo sientes, ¿verdad? Lo mismo es con Dios, no lo vemos, pero, porque creemos en Él, lo sentimos. "Fe es... la convicción de lo que no se ve." (Hebreos 11:1)
Solo podemos establecer esa relación de amistad con Dios a través de Jesucristo, quien tomó nuestro lugar en la cruz para que pudiéramos tener paz con Dios. ("Nadie viene al Padre... sino por mí." (Juan 14:6) Por eso, oramos al Padre en el nombre de Jesús. Y como no sabemos pedir como conviene, necesitamos la asistencia del Espíritu Santo, quien nos ayuda en nuestra debilidad intercediendo por nosotros conforme a la voluntad de Dios.
La oración del justo es el gozo de Dios, por lo que Él espera que le alabemos, lo adoremos, le demos gracias por las bendiciones que cada día derrama sobre nuestras vidas y... también espera que le pidamos. Se agrada cuando le confiamos todos nuestros asuntos y creemos de todo corazón que Él puede suplir todas nuestras necesidades... espirituales, físicas y materiales.
Cuando oramos afirmamos nuestra fe, confirmamos lo que somos en Cristo, reconocemos nuestra debilidad, dependencia y necesidad de Él y fortalecemos los lazos de amistad con nuestro amado Salvador. Los resultados de ese encuentro: una paz que sobrepasa todo entendimiento y una gratitud inmensa hacia nuestro Padre celestial por su gran e inefable amor.
¿Quieres aventurarte en el mundo de la fe y experimentar lo que hasta ahora ha sido para ti desconocido? Lo era para mí antes de conocer al Admirable, y ahora, me gozo en las maravillas que hasta entonces estaban vedadas por mi ceguera espiritual. Pero, un día... "Me llevó a la casa del banquete que para mí tenía preparado, y su bandera sobre mí fue amor." (Cant. 2:4)
"Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
y es hermosa la heredad que me ha tocado." (Sal.16:6)
No menosprecies el amor de Dios ni tengas en poco su amistad. Toma hoy la decisión de restaurar tu vida de oración y mejorar tu relación con Aquél que su vida dio por ti. Con sus brazos bien abiertos y su mirada tierna llena de amor... Él te está esperando. Acude cada día a la cita más importante y... vivirás la diferencia clama a Dios y el responderá.

Con amor y fe
Hno. Carlos Gutiérrez.-