lunes, 31 de marzo de 2014

No solo de pan vivirá el hombre...

Cuando niño, en casa hubo siempre animales teníamos un perro, un gato y un canario. Después de tantos años, aún recuerdo sus nombres. Nuestro perro se llamaba Ben, el gato se llamaba Ton y el nombre del canario Piolín. Los animales nacen con ciertos instintos… Un gatito sabe cómo ser un gato sin tener que ir a una escuela para gatos. Los monos saben cómo ser monos y las aves saben cómo ser aves. Pero la gente no sabe comportarse como per¬sonas civilizadas a menos que alguien se lo enseñe. Un gato no necesita que le enseñen cómo tiene que asearse o como lavarse. Por desgracia, la especie con la dignidad más elevada de la creación de Dios, carece de ese instinto. Si alguien no enseña a una persona cómo tiene que lavarse la cara, nunca sabrá hacerlo. Por fortuna, la gente es capaz de aprender a lavarse la cara y mantener un aspecto limpio y aseado. Aprendemos a leer y a escribir en la escuela, se nos enseñan las habilidades necesarias para vivir en este mundo. Asimismo, en la Biblia, que es la Palabra de Dios, aprendemos cosas sobre los aspectos más importantes para nuestra vida y para la vida espiritual. Vamos a la escuela para formarnos con el fin de poder ganarnos la vida y el sustento para nosotros y nuestra familia. Sin embargo, aunque es importante, Jesús dijo: “Escrito está: ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (Mateo 4:4). Queremos que nuestros hijos se desarrollen correctamente. Por eso pone¬mos todo nuestro empeño en que, ya desde la más tierna infancia, aprendan a leer y escribir… y a lavarse la cara. Pero hay algo aún más importante: que¬remos que conozcan la Palabra de Dios. En 2° Timoteo 3:15.- leemos: “Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”. La sabiduría que procede de las Escrituras, además de hacernos sabios en las cuestiones que tienen que ver con nuestra salvación futura, nos ayudará en mul¬titud de problemas en esta vida y nos entrega enseñanza para una venidera que será para vida eterna. Es mi deseo que, a medida que lee estas líneas, entiendas que no solo e pan vive el hombre… Hay que aprender a confiar cada día en Dios. Atte. Hno. Carlos.